28.3.07

Romario

Un hombre bajito entró la otra tarde en Maracaná dispuesto a culminar su propia leyenda de una vez. Como si acudiera a reparar un grifo atascado: “Los meto y un minuto después dejo el fútbol”, había dicho Romario antes de entrar. Antes de aquel partido contra el Vasco de Gama le faltaban dos goles para llegar a los 1.000. Después de redondear su figura con aquella cifra, tenía esperándole un contrato para un programa de televisión en el que iba a entrevistar a futbolistas brasileños que juegan en Europa. Se enfrentaba a esos dos tantos con la desgana de un funcionario. Ahí escondía su sorpresa: esa desgana era la misma de aquel instante que sucedió justo antes de romperle el alma a Alkorta con una cola de vaca. El segundo antes de la explosión. Pero el otro día no terminó el trabajo. Se quedó en 999.

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A nadie le importaría que la liga hubiera terminado ya, sin campeón ni nada. Calderón asegura que Robinho es el futuro del Madrid, un futuro en el que él tampoco ve a Capello: “Confiamos muchísimo en él y cualquiera que sea el entrenador que venga en el futuro, no duden ustedes que también lo hará”. En la bola de cristal, dicen que también ve al sevillista Dani Alves, como si en lugar de presidente fuera un coleccionista de cromos. Del otro lado, empiezan a hablar como si fueran grandes: “Tendré que ver cuántos jugadores del Madrid me gustan a mí”, dice Del Nido. Pero todavía no le sale del todo. De momento, es el tipo que deja la mesa de póquer y tiene que pedir un taxi a casa de su hermano.
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Con la liga grogui, la selección española probó a colocarse mirando al fondo del acantilado a ver si así despertaba. Morientes marcaron como si fueran ingleses en racha. Después, sólo el miedo. España es como el Madrid, pero sin los años buenos.
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Ahora, después de pelearse por quién tuvo la culpa de terminar acorralados, esperan ahora en Palma de Mallorca una cita con trampa. Resulta siempre más sencillo pensar en la gloria si enfrente hay alguien que no sea Islandia.

Publicado originalmente el 27/3/2007 en Libro de notas.

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