14.3.07

Messi

Leía lo que decía Messi el mismo día del partido en una entrevista en El País, y lo que encontraba era una especie de autista de la leyenda. Le preguntaban si le había impresionado Anfield cantando You’ll never walk alone, y respondía: “¿El qué?” Querían medir su emoción del día de la batalla, y se largaba un: “Bueno, es un partido especial porque es el Madrid. Pero, en el fondo, no deja de ser lo de siempre: dos equipos, once jugadores…” Pero después de arrebatarle un sueño al Madrid en el último minuto, como si saliera de pasar 10 minutos bajo el agua sin respirar, con la primera bocanada de aire se acomodó por fin tranquilamente en la historia: “Raúl me felicitó al terminar el partido. Al llegar a casa se lo conté a mi familia, ya que me emocionaba más esa felicitación que los tres goles”.

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Del otro lado, Guti salió al campo después de que sus compañeros decidieron en el vestuario que debía salir. Y Capello aceptó. En esos días en los que los demás le miran perdidos, como si sólo él tuviera el libro de los mapas, en esas ocasiones Guti es lo que sueña que es: un artista capaz de hacer brillar a un equipo que deambula al borde del precipicio. Un tipo con todo el plan en su cabeza y unos movimientos y golpeos de Nureyev.
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Dice Cruyff que el Barça-Madrid fue lo que fue por las imperfecciones de quienes lo jugaron, y uno desea que se repita todos los años esa belleza trepidante de seis goles. Repleta de fallos. Hasta el borde.
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Un año y medio después, Kovacevic agarró una pelota con el pecho y se la colocó al otro lado del defensa para machacar al portero del Mallorca. Después del gol deseado, desaparecen distancias, los 33 puntos que les separan del Barça, por ejemplo. La alegría cruza abismos sin necesidad de puentes, y con Kovacevic gritaron también 25.000 personas convencidas por unos minutos de que no van los últimos en la tabla.
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Ronaldo, el célebre gordo imaginario, con rabia, escupe a su ex entrenador desde Italia (“No que creer en Capello”), y le marca luego, también con rabia, un gol inútil al Inter. Flota únicamente todavía su promesa de dejar que le fotografíen desnudo, quizá sobre una báscula.

Publicado originalmente el 13/3/2007 en Libro de notas.

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