Goles inventados
Para Ronaldinho, Eto’o funciona como una especie de punta afilada cuyos pinchazos lo elevan por encima de sí mismo. Vuelve el camerunés a jugar hace un par de semanas y el brasileño despierta repentinamente, como si se hubiera apoyado sobre cristales rotos. Eto’o se descubre el torso en la portada de Rolling Stone, y Ronaldinho amaga está a punto de quitarse hasta los pantalones mientras intenta que no le explote la risa en la cara. Acabada de descubrir el modo de destrozar aquel dilema que enloqueció a Ronaldo: “Cuando marco, soy grande; si no, estoy gordo".
Conserva todavía cierta belleza el esfuerzo de imaginar goles, de nuevo como si no existiera la televisión. En un restaurante lejano me cuentan el 3-2 del Madrid al Bayern, la velocidad de los cuatro primeros goles, los dos de Raúl: el primero después de un recorte a Kahn dentro del área. Quien lo relata tampoco lo ha visto: sólo ha leído como lo contaba otro. Pero durante esos instantes en los que inventamos el gol enfrente de un plato, resurge Raúl, recuperado de nuestros recuerdos más relucientes. “El máximo goleador de la historia de la Champions”, nos decimos. Si no hubiera salido nunca de aquel restaurante, el Madrid podría levantar tranquilamente otra Copa de Europa dentro de unas semanas.
Publicado originalmente en Libro de notas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario