13.6.07

La mano del monaguillo

Esas cosas, en 18 segundos, funcionan como una borrachera repentina, como si uno se bebiera la primera copa y la siguiente fuera ya la décima, de repente. Y ahí andaba Calderón saltando sobre la hierba, como si en lugar de un partido hubieran jugado dos, y ya no quedara nada más hasta llegar a la Cibeles. Pero la sincronía de Van Nistelrooy y Tamudo atravesando el sueño del Barça resulta tan improbable que no es extraño que uno termine pensando que puede volar, o lo que sea.

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De Messi sólo cabe pensar ya que es un tipo que escribe su leyenda con faltas de ortografía, alguien que dibuja el autorretrato de Maradona repleto de borrones. Un 4-0 del Getafe casi borró de la memoria aquella alucinante carrera a través del Camp Nou, aquel calco de la que le coloreó Víctor Hugo Morales al Pelusa. El sábado, le enterraron el otro gol, el de la mano de dios. Si yo fuera jugador del Mallorca empezaría a pensar que la prima que “ofrece” Messi van a pagarla en billetes falsos.
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Desde Francia llegan rumores de que el Barça va a fichar a Henry, que tiene casi tantos años como el “acabado” Van Nistelrooy.
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En pleno vuelo sumergido en el vodka imaginario recién caído sobre la Romareda, Calderón se sintió repentinamente enamorado de Capello, de Beckham. Como aquella noche que Jesús Gil hizo las paces con todo el mundo, el presidente del Madrid podría haber llegado a besar en la boca a José Antonio Abellán. Pero le queda un tramo, que podría terminar sentándole como mil resacas. Aunque, claro, después de esos 18 segundos…
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Quizá inconsciente, Calderón le susurraba ayer a Raúl que tenían en las manos la camiseta de la décima Copa.

Publicado originalmente el 12/6/2007 en Libro de notas.

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